Es de noche y parece que no tengo nada mejor que hacer que escribir estas letras, pero es que verás, en estas últimas horas no he dejado de pensar en ti.
En lo gracioso que debe resultarte mi mirada perdida en tus preciosos ojos verdes, en tu pelo rebelde y en esas gotitas de sudor que resbalan por tu cara cuando hacemos el amor.
Simplemente me he dado cuenta que debo escribirte para darte las gracias, por estar siempre ahí, por cogerme la mano cuando estoy a punto de volver a caer en el abismo.
Mi pequeña flor de asfalto, eres como mi ángel de la guarda, dejas una pluma blanca a mi lado cada vez que te echo de menos.
¿Y sabes por qué las flores de asfalto son las más bonitas? Porque son capaces de nacer donde solo habita la muerte.